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NUESTRA HITORIA

Una bodega de tradición familiar con historia
LA VIGA Y EL CANTO, ANTIGÜA PRENSA DE VINO

Tradición familiar

Muchos son los pueblos dedicados a la explotación vinícola, pero pocos los que saben sacarle tanto provecho como Valdevimbre. Esta pequeña localidad de la comarca del Páramo Leonés es considerada la cuna del afamado Prieto Picudo, un vino elaborado con la variedad de uva que le da nombre y cuya calidad le ha hecho merecedor de la D.O. Tierra de León. Un pueblo que justifica eso que ahora se llama enoturismo y antes se justificaba con la idea de ir a ver una bodegas y charlar con unos amigos.

Sus bodegas típicas son tan originales como eficientes. Excavaciones más o menos grandes construidas en la ladera de una pequeña pendiente que mantienen una temperatura constante en su interior durante todo el año, resultando idóneas para elaborar y criar el vino en barrica.

Muchas de ellas han abandonado su función inicial para verse reconvertidas en modernos restaurantes que combinan la magia de un espacio único, la historia de un pueblo y el disfrute por la gastronomía. A una de las más antiguas, casi seis siglos, se le reservó el honor de albergar el Museo del Vino, para compartir con los visitantes el método tradicional de elaboración del vino Prieto Picudo.

Creciendo en este ambiente cuesta no desarrollar un intenso amor por el vino. Los hermanos Melquiades y Waldo vivieron rodeados de viñas y comenzaron a cultivarlas ellos también allá por los años 50. De la fusión de sus nombres y de sus ganas y esfuerzo, nació Melwa, una pequeña bodega familiar a la que se dedicaron toda una vida. El testigo pasó a manos de Juan José Álvarez, quien la dirige desde entonces con la misma pasión y buen hacer.

Melwa es una bodega tradicional con 25 hectáreas de viñedo y una producción que no sobrepasa los 110.000 kilos, pero capaz de elaborar un vino excelente que se codea con los mejores. Entre cantidad y calidad, su elección es clara.

Vino joven blanco, rosado y de roble, junto al tinto crianza descansan en sus barricas de roble francés y americano hasta el momento de ser embotellados. A la espera de llegar a nuestra mesa para acompañar nuestras comidas y llenarlas de sabor y tradición. Pues mira una buena excusa para ir practicar el enoturismo… Sin prisas que hay que saber vivir.

Historia

Don Melquiades Álvarez fundó en 1908 lo que sus nietos Melquíades y Waldo convertirían, mediado el siglo pasado, en lo que hoy es Melwa, que como razón social es el resultado de la unión de las primeras sílabas de sus nombres, pero sobre todo del trabajo de tres generaciones de vitivinicultores dentro del núcleo familiar. Juan José, Pedro, Carlos y Luis dedican hoy tiempo y esfuerzo a esa actividad. Y lo hacen con renovados criterios, los asumidos hace tiempo en el compromiso de elaboración de vinos de calidad, y desde la disponibilidad todavía reciente de más y mejores medios técnicos y un escenario acorde al volumen de producción: una gran bodega aneja a la tradicional construida en un hueco abierto en paralelo sobre la caída de la pendiente horadada dos siglos atrás. Es un auténtico búnker armado sobre el perfil de la ligera pendiente del entorno. Gruesos muros y cubierta de hormigón garantizan en el interior una temperatura idónea para la elaboración y el almacenamiento.

La base de elaboración es el viñedo propio, dieciséis hectáreas plantadas en espaldera hace veinte años, y doce arrendadas. La vendimia de esas cepas y las de otras doce hectáreas arrendadas o comprometidas proporcionan la base de elaboración para las dos líneas de vinos de mesa —los históricos Melwa blanco, rosado y tinto y Pago de Rozas sólo rosado y tinto— y la de calidad que comercializa la bodega. El lanzamiento hace dos años del primer crianza Valle Gudín supuso, por su calidad, un espaldarazo para la actividad elaboradora de bodega, hasta el punto de que ha renunciado al barrica de seis meses en favor de una crianza que dobla el tiempo y con el que se premia a los clientes de ese tipo de elaboraciones.

Un blanco de verdejo y albarín. Un semidulce llamado "culminación" y un rosado, un tinto joven y un tinto crianza, también monovarietales, cierran la oferta de los Valle Gudín, que hacen mención al paraje de origen. Seis hectáreas de cepas de la variedad tempranillo y parte de las dos y media plantadas de verdejo sirven también de aporte en vendimia para las dos líneas de vinos de mesa.

No escapa la bodega, que ya tenía un precedente en esa elaboración bajo la etiqueta de Pago de Rozas, a la apetencia ya extendida de un semidulce, Culminación, que ya ensayó con éxito el año pasado, que con la vendimia del 2011 triplica en producción y que acaba de llegar al mercado presentado como vino de mesa, puesto que la normativa del consejo regulador excluye esas especificidades de la acreditación como vino de León Denominación de Origen.

Antigua medida para el vino
Sala de barricas

LAS BODEGAS

Sus bodegas típicas son tan originales como eficientes. Excavaciones más o menos grandes construidas en la ladera de una pequeña pendiente que mantienen una temperatura constante en su interior durante todo el año, resultando idóneas para elaborar y criar el vino en barrica.

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